Mirar y meditar
Jean A. Bakker
Se sentó sobre un viejo y retorcido tronco. A sus pies estaban acostadas las vacas del vecino, rumiando satisfechas. Generalmente era un muchacho activo y travieso, y me pregunté por qué estaba tan quieto. Media hora después advertí que todavía se encontraba allí, y entonces mi curiosidad subió de punto. Con un dejo de ansiedad, lo llamé:
- Jonatán, ¿te sientes bien, querido?
Con un movimiento rápido miró hacia donde yo estaba.
-¿Yo? - preguntó -, oh mamá, solamente estoy mirando y pensando.
Esas palabras sonaron como una campana de advertencia. Mi trabajo de la mañana no estaba yendo muy bien; tal vez un momento de contemplación y meditación era el remedio que yo necesitaba. Entonces me reuní con él en el viejo y retorcido tronco. Era una mañana hermosa, bendecida con la luz del sol. La grandeza de las montañas profundamente azules, los amorosos valles, el tintineo del murmurante riachuelo que corría debajo, todo en la naturaleza contribuía para ofrecer un cuadro espléndido.
En medio del incesante remolino de tareas y cuidados, nuestras vidas necesitan de la belleza e inspiración que puede darnos la naturaleza. Recuerdo una ocasión en mi adolescencia cuando mi fe fue probada severamente. "¿Existe Dios realmente, y cuida de nosotros?", me preguntaba a veces. En l a naturaleza encontré la respuesta. A través del encanto y de la belleza de las obras de Dios, nació en mi la fe, la esperanza, el valor, la confianza y el interés en lo que me rodeaba.
Muy a menudo, en el apuro del trajín de estos días, nos encontramos tan ocupados que nos olvidamos de hacer una pausa suficientemente larga para experimentar el placer de vivir de verdad. Encuentro que hay ocasiones, en medio de las perplejidades y frustraciones, en que podemos aprender lecciones maravillosas de las cosas que nos rodean.
Observe el despuntar del día
Dedique tiempo a observar el amanecer. Embriáguese con la belleza del brillo furtivo del sol sobre el pasto, revelando miles de gotitas de rocía cual centelleantes diamantes. En la belleza de la mañana tempranera, encontrará paz, quietud y fortaleza para los problemas del día que tiene por delante. En lugar de fijar sus ojos en la pantalla cinematográfica de su sala, vuelva algunas tardes la vista hacia el cielo estrellado y contemple el profundo y eterno amor de Dios. La naturaleza tiene muchas sorpresas, y lo único que necesitamos hacer es mirar, escuchar y aprender a descubrir sus encantos.
Una hermosa mañana salí a caminar con mi hijito. ¡Qué sorpresas nos esperaban! Cada cerco, cada arbusto y matorral por el cual pasamos, estaban decorados con delicadas telas de araña -el más fino encaje de adorno de la naturaleza- salpicadas de rocío y matizadas con todos los colores del arco iris, mientras el sol mañanero caía sobre ellas.
Hace algún tiempo leí la historia de un anciano que, en el cumpleaños de su esposa, le dio dinero para que se comprase un par de zapatos que necesitaba mucho. La pareja era de recursos modestos, de modo que ese dinero representaba sacrificios. La esposa quedó profundamente conmovida por el regalo, pero en vez de comprarse zapatos, compró plantas de rosas amarillas y las colocó cerca del porche delantero de la casa.
Un atardecer su esposo le preguntó:
-¿Compraste los zapatos querida?
-No, Enrique, en vez de zapatos compré rosas.
-¡Rosas! -dijo Enrique-. ¡Pero tu necesitas zapatos!
-Si -contestó ella-, yo necesito zapatos, pero necesito más las rosas.
Durante muchos años, aquellas hermosas rosas, con la fragancia de sus pimpollos amarillos impartieron bendición a amigos y vecinos, a los extraños y a ellos mismos.
Tal vez nosotros también podríamos tener rosas en nuestro jardín, y a través de su hermosura, fragancia y perfección, contemplar la belleza sin par de la Rosa de Sarón. "Dios es amor" está escrito en cada botón que se abre, en cada brizna de hierba.
Con la simplicidad de un niño, contemplemos y meditemos en las grandes obras de Dios en la naturaleza. Es un remedio maravilloso para toda enfermedad conocida en esta era vertiginosa.
Jean A. Bakker trabaja en las Signs Publishing Company, Warburton, Victoria, Australia
(Extraído de Revista Adventista, Asociación Casa Editora Sudamericana, Septiembre 1977, p.10)