PREGUNTAS INCÓMODAS
"A veces preferiríamos el silencio de Dios antes que su interrogación directa." - Marcos G. Blanco

El valor de una mujer, en ese entonces, era medido por su capacidad de procrear hijos. Sarai, al no poder concebir, se inclinó por una variante muy común en el Antiguo Cercano Oriente: tener un hijo sustituto por medio de su criada.
Atrapada entre el deseo de Sarai de tener un hijo y el anhelo de Abram de "ayudar" a Dios en el cumplimiento de la promesa divina, Agar tuvo que convertirse en esposa de Abram. Y, si bien las criadas que se convertían en concubinas para otorgar un hijo sustituto a sus amas no tenían los mismos derechos, ahora contaba con un elemento a su favor: llevaba en su vientre un hijo de Abram. Quizás por esta razón es que Agar "miraba con desprecio a su señora" (Génesis 16:4).
No nos apresuremos a juzgar a Agar. ¿Cuántas veces había sido mirada con desprecio sencillamente por ser una criada? ¿No era considerada una esposa "de segunda clase" por la sociedad? Una vez que contaba con una ventaja, ¿no iba a hacerla valer? Por otro lado, consideremos a Sarai y Abram. ¿Eran superiores moralmente a ella? Abram había mentido flagrantemente en Egipto, cuando había hecho pasar a Sarai por su hermana; Sarai había desconfiado de la promesa divina de descendencia y había sugerido una "variante" que provocaría una crisis familiar. Esto no justifica la actitud de Agar; solo muestra que en la Biblia no existen personajes totalmente malos ni otros perfectamente santos.
La reacción a la actitud de superioridad de Agar no se iba a hacer esperar. El registro bíblico menciona que Sarai "afligía" (Génesis 16:6) a Agar; y el original hebreo para este verbo es el mismo utilizado para describir el abuso que los egipcios hacían de los israelitas. Una mujer sola y embarazada tendría muy pocas probabilidades de sobrevivir en el desierto; y sin embargo Agar, al no soportar la presión tomó la decisión desesperada de huir a ese lugar inhóspito.
Al llegar a uno de los pocos afluentes de agua, Agar hizo una pausa en su viaje. Entonces, "el ángel de Jehová" le habló. En el Antiguo Testamento, muchas veces se presenta al "ángel de Jehová" como Dios mismo (por ejemplo, estando Moisés ante la zarza ardiente). Jehová mismo le estaba hablando aquí. "Agar, sierva de Sarai, ¿de dónde vienes tú, y a dónde vas?", preguntó Dios (Génesis 16:8).
Dado que la conocía por nombre, pareciera que también era consciente de por qué razón ella estaba vagando en el desierto. Y aquí el punto central: Si Dios sabía de dónde venía y hacia dónde iba, ¿por qué le hace esta pregunta a Agar? Claramente, Agar necesitaba reconocer lo que estaba haciendo: huir.
La pregunta retórica es utilizada por Dios en muchas ocasiones. ¿Acaso no sabía Dios qué había sucedido con Abel cuando le preguntó a Caín por su hermano? Obviamente, la pregunta estaba destinada a despertar la conciencia adormecida del homicida.
En otra ocasión, cuando los discípulos, desanimados por la muerte y la ausencia de su amado Maestro, pasaron toda una noche intentado pescar en el Mar de Tiberias, Jesús utilizó este mismo recurso. Al amanecer, cuando los pescadores se encontraban agotados por sus infructuosos esfuerzos, Jesús preguntó "Hijitos, ¿tenéis algo de comer?" (Juan 21:5). El escritor bíblico menciona que Jesús había estado observándolos desde hacía un buen tiempo desde la playa; ¿es que acaso no sabía que no habían podido pescar nada? Quería que ellos comprendieran que, sin Jesús, aun sus esfuerzos más fervientes no lograrían nada.
Beer-lahai-roi
Tras el diálogo con Dios, Agar reconoció que Dios no solo sabía de dónde venía y hacia dónde iba, sino también comprendía su dolor y estaba dispuesto a bendecirla. Esta conciencia de la providencia y del amor protector de Dios llevó a Agar a realizar algo inédito. Le puso un nombre a Dios: "Tu eres Dios que ve" (vers. 13). Es la única ocasión, en el Antiguo Testamento, que un ser humano le pone un nombre a Dios. Por esta razón, llamó a ese lugar "Beer-lahai-roi", Pozo del Viviente-que-me-ve".
Esta es una de la verdades más evidentes y, sin embargo, más descuidadas, de toda la Biblia: Dios cuida constantemente de nosotros. Y, si en algunas ocasiones utiliza preguntas para interrogarnos, no lo hace desde el papel de un juez que busca acusar (no necesita preguntarnos para saber qué ha sucedido), sino para que podamos caer en cuenta de nuestra propia situación desesperada.
A pesar de su "mala prensa", Dios le dijo a Agar que debía llamar a su hijo Ismael, "porque Jehová ha oído tu aflicción" (vers. 11). Además, repitió la promesa que le había hecho a Abram, asegurándole que su descendencia no podría ser contada a causa de la multitud. Isaac sería el hijo de la promesa;, pero, solo por haberlo escogido a él, Dios no dejaría de bendecir a Ismael también.
Cuántas veces tratamos de eludir las preguntas de Dios. Cuántas veces inventamos justificativos para responderle. Él solo busca bendecirnos. No importa que hayas recibido "mala prensa". ¿Escuchas el eco de su voz que traspasa los siglos y llega a tus oídos?. "¿De dónde vienes tú, y a dónde vas?".
-Extraído de Revista Adventista - Septiembre 2006 - Pág. 10-11. ACES.
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