sábado, 13 de junio de 2015

PERFUME SAGRADO

PERFUME SAGRADO
 
 
     "Sed comunicativos, el farisaísmo y la alabanza propia son abundantes; pero nunca ganarán almas para Cristo. El amor puro y santificado, un amor como fue expresado en la obra de la vida de Cristo, es como un perfume sagrado. Llena toda la casa de fragancia como el vaso de ungüento que quebró María. La elocuencia, el conocimiento de la verdad, los talentos raros, mezclados con el amor, son todos dones preciosos. Pero la habilidad sola, los mejores talentos solos, no pueden tomar el lugar del amor". (Elena de White - El ministerio de la bondad - Pág. 86).

     Hace unos días, alguien me comentó  que, buscando una fragancia  de perfume para regalar en un cumpleaños, leyó la noticia  sobre el perfume más caro del mundo. Se trata del "N° 1 Imperial Majesty", creado en 1872 a petición de la reina Victoria de Inglaterra; cada gota concentra la esencia  de 170 rosas que cultivan en países como Francia, Bulgaria o Egipto. El proceso de fabricación  dura un año y se necesitan casi doscientos ingredientes como sándalo indio, jazmín árabe y vainilla de Tahití.
     El envase está a la altura  de su contenido; con cinco kilos de peso, está fabricado a base de cristal con un diamante incrustado y con un tapón que reproduce la corona de la reina Victoria. Un frasco de quinientos mililitros del Imperial Majesty vale 195.000 euros.
San Juan 12:1 al 8 relata la dadivosa historia de la generosidad extrema de María. En un acto de puro amor, un alma impura le entrega a Jesús un perfume puro. Y la gratitud rebosa. El perfume, como la luz del mundo, no se puede esconder. Se siente en todos lados por más que Judas argumente y proteste.
     Dar como María, que dio un perfume caro, es un acto de amor. Amar es dar. "Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado..." (S. Juan 3:16) dice el versículo más conocido de la Biblia.
     Cuando se trató de dar, María le dio a Jesús lo mejor. Cuando se trató de dar, Dios nos dio a nosotros lo mejor, su propio hijo. Vivir con la certeza de ese regalo inmenso, saber que Dios nos ama más allá de todo, y entender que podemos responder a ese amor para ser felices es la experiencia más sublime que conozco. Por eso, el Rey de Reyes (la majestad imperial del universo) merece lo mejor de nosotros.
     ¿Qué tal si "perfumamos" al mundo con la sublime fragancia de un cristianismo vivo? ¿Qué tal si como auténticos representantes del Cielo, quienes nos rodean puedan sentir la grata influencia de nuestras cálidas sonrisas, amables palabras y desinteresadas acciones?
     "Haz todo el bien que esté a tu alcance, pero sin ostentación; la flor aunque esté escondida, se descubre por su fragancia" (Don Bosco).

Pablo Ale

Extraído de REVISTA ADVENTISTA - Diciembre 2012 - Pág. 3

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