jueves, 3 de marzo de 2011

¿Culto para Dios o para nosotros?

En adoración
 
¿Culto para Dios o para nosotros?
 
Claudi Hirle
 
 
     Entre los temas más controvertidos, dentro del contexto de la iglesia, el debate sobre el estilo de adoración adecuado al culto tal vez encabece la lista. La discusión ha dividido nuestras iglesias. En algunos lugares, el departamento de música se ha transformado en un "departamento de guerra".
 
     Es impresionante cómo las personas se aborrecen mutuamente con facilidad cuando se discute este asunto. Cualquier observación sobre la forma de adoración es tomada como una ofensa personal.
 
     Todos somos conscientes de los cambios ocurridos en el mundo. La adoración en las iglesias también sufre transformaciones. Los evangélicos de tipo pentecostal y los carismáticos también experimentan cambios en este campo. Pero, hasta qué punto esos cambios son pautados por un "así dice Jehová"?
 
     No se puede negar la complejidad de este asunto. Existen varios factores que merecen consideración, tales como la cultura y la preferencia personal. Pero, ¿sería seguro usar estos u otros factores como determinantes de nuestra forma de adoración?
 
     Frente al laberinto de opiniones sobre el tema en discusión, necesitamos recurrir a la fuente segura de revelación divina, libres de cualquier el idea preconcebida. Trataremos, por lo tanto, de identificar aquí algunas características básicas del culto sobre dos bases confiables: la Biblia y el  Espíritu de Profecía.
 
     En primer lugar, es necesario estar seguros de que la adoración este siendo regida por la verdad de la Palabra y no por el impulso humano (Juan 4:23; y 17:17). La adoración bíblica y teocéntrica no es antropocéntrica (Apoc.14:7). En ella no hay espacio para la d gloria del hombre, pues está dirigida a Dios, que es el objeto exclusivo de la adoración (Mat. 4:10). Por lo tanto, se la debe destinar más al deleite de Dios que al del hombre. En el culto bíblico, Dios es la audiencia primaria. Otro aspecto importante del culto es que, aunque puede tocar la emoción del adorador, debe privilegiar la razón (Rom. 12:1). Por un lado, no se puede eliminar el lugar de la emoción; pero, por otro lado, se la debe mantener en equilibrio, a fin de no obstruir el canal a través del cual Dios se comunica con el hombre: la mente.
 
     Además, el culto debe tener un carácter espiritual a fin de proporcionar verdadera comunión con Dios (Juan 4:24), lo que significa que no debe quedar en el extremo de la formalidad ni en el extremo de lo teatral.
 
     También el culto debe caracterizarse por la alegría {Sal. 32:11; 122:1), manteniendo un clima dinámico y envolvente. Es por eso que jamás se debe divorciar el gozo de la reverencia, de la decencia y del orden (Ecl. 1, 2; 1Cor. 14:40). La alegría, en el contexto del culto bíblico, es más un estado del corazón y de la mente, que una sensación de placer conjugada con movimientos físicos. El culto alegre, espiritual, racional, regido por la verdad de la Palabra y que tiene a Dios como centro, nunca deja al adorador como está. Transforma a la persona, ejerciendo un poder regenerador y renovador (Rom. 12:2).
 
     El Espíritu de Profecía, que es también la voz de Dios para su pueblo en los últimos días, cumple hoy, entre otros papeles, el de "corregir errores sutiles" (Mensajes selectos, t. 3, p. 34). Por lo tanto, hacemos bien al interiorizarnos en sus instrucciones y advertencias sobre este asunto.
 
     Elena de White nos advierte que "hay demasiado formalismo en nuestros servicios religiosos" (Joyas de los testimonios, t. 2, p. 111). "Nuestras reuniones deben hacerse intensamente interesantes': El culto "debe ser hecho interesante y atrayente, y no dejar que degenere en una forma árida" (Ibíd., p. 252).
 
     Por otro lado, en un capítulo dedicado al comportamiento adecuado en la casa de Dios, ella dice que "ha habido un gran cambio, y no en el mejor sentido, sino en el peor, en los hábitos y costumbres de la gente con referencia al culto religioso. [ ...] La reverencia que el pueblo tenia antiguamente por el santuario, donde se encontraba con Dios en servicio sagrado, ha desaparecido mayormente" (Ibíd., p. 193).
 
     La sierva del Señor explica que "Dios mismo dio el orden del servicio, ensalzándolo muy por encima de todo lo que tuviese naturaleza temporal': Por eso, "debiera haber reglas respecto al tiempo, el lugar, y la manera de adorar. [...] A fin de que los hombres puedan tributar mejor las alabanzas a Dios, su asociación debe ser tal que mantenga en su mente una distinción entre lo sagrado y lo común" (Ibíd.).  En otra ocasión ella afirma, con  nítido énfasis, que "cualquier cosa que esté relacionada de alguna manera  con el culto religioso debe ser digno, solemne e impresionante" (Mensajes ~ selectos, t. 3, p. 380).
 
     AI confrontarse con un problema de adoración en sus días, en la Asociación de Indiana, Elena de White anunció que habría una crisis similar a aquella "justamente antes de la terminación del tiempo de gracia. Se manifestaría toda clase de cosas extrañas. Habría vocerío acompañado de "tambores, música y danza" (Mensajes I selectos, t. 2, p. 41). Luego afirma que "la verdad para este tiempo no necesita nada de eso para convertir a las almas" (Ibíd., p. 42). Refiriéndose entonces, específicamente, a la música usada en Indiana y que volvería a usarse en el tiempo del fin, ella advierte: "Satanás trabaja en medio del estruendo y de la confusión producida por esa clase de música [...] . Hace que tenga el mismo efecto que la mordedura ponzoñosa de la serpiente. Las cosas que han ocurrido en el pasado también acontecerán en el futuro. Satanás convertirá la música en una trampa debido a la forma como es dirigida" (Ibíd., p. 43). Entonces, ella nos desafía: "Dios exhorta a su pueblo, que tiene la luz ante si en la Palabra y los testimonios, a que lea y considere, y luego que obedezca. Se han dado instrucciones claras y definidas a fin de que todos comprendan" (Ibíd.).
 
     Ante esas orientaciones inspiradas, constatamos que nadie es dejado en tinieblas en cuanto a las características del culto verdadero. El Señor reveló cuales serían las tendencias y dejó sus instrucciones. Nadie necesita equivocarse, a menos que quiera.
 
     El culto bíblico es el culto de la mente, mientras que Satanás quiere el culto del cuerpo, el culto de las sensaciones. El desarrollo un estilo de adoración que libera el cuerpo oscurece la mente porque sabe que, si está en su sano juicio, la mente humana jamás lo servirá.
 
     ¿Qué se puede hacer frente a los cambios en el estilo de adoración que se están desarrollando hoy? ¿Deben los adventistas dejar que la cultura o la preferencia personal moldeen el culto sin ninguna reflexión teológica? Siguiendo el ejemplo de los cristianos de tipo pentecostal y carismático, ¿deben los adventistas ignorar la distinción entre lo sagrado y lo profano? ¿Deben cambiar la verdad por las sensaciones y la santidad por la alegría irreverente? ¿O tienen que ser sabios al discernir los hechos a la luz de las advertencias inspiradas de la Biblia y del Espíritu de Profecía? Que el Señor nos ayude a adorarlo "en espíritu y en verdad" y, con oración y espíritu cristiano, a ayudar a otros a hacerlo.


Tomado de la Revista Adventista División Sudamericana
Septiembre 2009
Pp 12 y 13

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